lunes, 6 de julio de 2009

7/7

Y yo sin superar la verborrea.  Pareciera que es inherente en mí, casi casi como a los nacos (y odio decir esta palabra porque es denigrante y además, denota mi poca cultura) que cuando se atraviesan la calle y estás a punto de atropellarlos, se ríen. ¿De qué se ríen? No tengo puta idea. Seguramente no es que se les haga chistoso, es meramente una reacción. Así como para mí lo es hablar cuando me pongo nerviosa. Por lo tanto, después de media hora de "yara, yara, yara, bla, bla, bla", de ojos desorbitados de quienes me rodean, leves sonrisas que denotan incomodidad y un ligero bochorno que se vuelve abrumante, me doy cuenta de que ahora sí hay motivo para estar nerviosa. Ya de menos hay razón para estar apenada, le acabo de escupir a una persona que no la debe ni la teme, todos los pormenores de mi vida; y cuando digo todos, no estoy hablando de dientes para afuera. Le acabo de contar en media hora, sin descansos ni tiempo para réplica, porqué me empedé tal día, cómo enseñé los calzones en equis boda, porqué sigo soltera, porqué creo que así me quedaré, porqué pienso que su vieja está tarada, porqué creo que todas las viejas están taradas, etc. Para cuando termino con mi diarrea verbal, a aquél que me escuchaba, no le queda más que sonreir debilmente. No lo juzgo. Es como el pobre cabrón sonriente que estuvieron a punto de atropellar: la libró.

1 comentario:

Goldenmage dijo...

por eso solo viajo en camion cuando es estrictamente necesario
me choka tener ke ir en los camiones donde la gente lleva hasta la gallina arriba :s