Sería de lo más raro para mí que te casaras con una gringuilla. Bueno, que te casaras punto. No sé qué me pasa que cuando sé de tí, te extraño... y no sé bien qué es lo que extraño porque ya no me acuerdo mucho de cómo éramos juntos. Me acuerdo que pasábamos mucho tiempo en tu cuarto viendo la tele o platicando, que nos gustaba mucho ir al cine, me acuerdo de cómo bailabas, de cuando me tapabas la cara con tu mano, de cuando te soplaba tus propias canciones sentada detrás de tí en el rancho... Tiré muchas cartas tuyas, aún así me quedé con un chingo.
Creo que este febrero se cumplen 10 años de cuando empezamos a andar, is that right? Han pasado tantas cosas y lo más probable es que ya no tengamos nada en común. Aunque no sé bien si es que nuestra relación se basaba en comunes denominadores, se me hace que no.
Qué raro escribir de tí, qué raro acordarme de pronto de tantas cosas tan pequeñas. Cuando le pusimos nombre a Kafka, cuando nos empezamos a decir Bei ( she always wanted to bei jajaja), la vez que chocamos porque me enseñabas los skittles, o algún dulce del estilo, que traías en la boca, cuando salíamos a escondidas, cuando me decías que olía a pan... Basta de hacer lista porque puedo decir un chingo de cosas y no tiene sentido.
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