Cual señora solterona, o jovenzuela con mucho ánimo hacia sus pequeños momentos de soledad, fui a comprar una botella de vino. Ya sabes, un cuartito. Me tardé aproximadamente un millón de minutos en abrirla y como no soy, así que digamos, una experta vinícola ( si es que así se dice ) me serví también, un vasito de coca-cola. Ah! Faltó decir, que la logré abrir pero con varios imperfectos, entre ellos que sólo saqué la mitad del corcho y la otra mitad, no quedó más que hundirla hacia dentro de la botella. Así que ahora tengo una copa de vino, un vaso morado de coca y una botella con corcho flotante. Toda una persona gourmet.
Creo que no suena tan alcohólico que esté aquí sola tomando vino. Qué diferencia tan grande sería que te dijera que me estoy echando un mezcalito, vea? Además y por si no fuera poco, mi ipod en aleatorio acaba de empezar a "tocar" El lago de los cisnes. Ándale, qué refinadísima persona.
Qué agradable es estar sólo cuando uno quiere. Hay muchas cosas de la soledad que uno toma por sentado y son increíbles. Por ejemplo, llevo 24 años conviviendo casi exclusivamente conmigo misma, así que aunque a veces me aburro, hay veces que no puedo más que estar sola. Tiene algo casi imperceptiblemente mágico: las no explicaciones, el egoísmo de las decisiones, etc.
sábado, 15 de noviembre de 2008
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